El Fast Fashion y sus problemas

 El concepto de fast fashion, o moda rápida, se refiere a los grandes volúmenes de ropa producidos por la industria de la moda, en función de las tendencias y una necesidad inventada de innovación, lo que contribuye a poner en el mercado millones de prendas y fomentar en los consumidores una sustitución acelerada de su inventario personal (2).

La industria de la moda es una de las más contaminantes en el planeta y bajo la lógica de la fast fashion se ha vuelto mucho más perjudicial.

La fast fashion provoca que se introduzcan al mercado muchas colecciones de ropa “en tendencia”, durante lapsos breves. Así, se sigue este modelo de producción donde se fabrican prendas con materiales de baja calidad para asegurar un precio barato, por lo que incluso podríamos hablar de ropa prácticamente desechable. Además, su velocidad de manufactura repercute en su escasa durabilidad.

Actualmente, la industria de la moda, bajo esta lógica, produce decenas de colecciones de ropa al año, en contraste con el viejo modelo de colección primavera/verano y otoño/invierno.

Los trabajadores de los países donde se fabrican las prendas de fast fashion suelen trabajar de 14 a 16 horas diarias.

Para cumplir con los plazos que la fast fashion ha impuesto, la producción de las prendas se realiza en países que tienen condiciones laborales precarias, generalmente en el sur de Asia, como pueden ser: Bangladesh, India, Camboya, Indonesia, Malasia, Sri Lanka y China.

Las pésimas condiciones de trabajo, incluido un salario mísero, representan un problema ético y un claro ejemplo de explotación, así como un atentado a los derechos humanos, en los que se encuentra también la explotación laboral infantil y el trabajo forzado.

El consumismo es uno de los mayores responsables de la proliferación de este tipo de prácticas. Una de las consecuencias de esto es la producción en masa, en contraste con el tiempo de utilización de la ropa, que es muy corto.


Tan solo de 2000 a 2015, según A New Textiles Economy, un reporte de la Fundación Ellen MacArthur, la producción de ropa se duplicó: alrededor de 50 mil millones de prendas fueron fabricadas en el 2000, ¡pero quince años después se produjeron más de 100 mil millones!

A la par de este aumento, en una media mundial, las veces que se usa la ropa han decrecido en un 36% en el mismo lapso. La ropa desechada, que podría usarse aún, se traduce en 460 mil millones de dólares perdidos. ¡Hay prendas que se usan únicamente de 7 a 10 veces y se tiran!

En China y Alemania, más de la mitad de los encuestados sobre el uso de su ropa admitió que tenían más prendas de las que realmente necesitaban.

Además, todos estos problemas derivados de la fast fashion, tienen relación con la contaminación y el uso excesivo de recursos naturales, lo cual amenaza un futuro sustentable y una relación equilibrada con la naturaleza.








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